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Relatos del Día de Muertos

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La Jornada Domingo 4 de noviembre de 2007 Eje Central Cristina Pacheco Después del 2 de noviembre. En el recuerdo la casa donde pasamos la infancia nos parece enorme. Después, en alguna visita, resulta que era pequeña, apenas suficiente para albergar a una abuela, dos padres, siete tíos, un primo inválido y dos hermanas: Flor y yo. Hacia finales de octubre, ante la inminencia del Día de Muertos, nuestro ritmo de vida se alteraba. La sobriedad impuesta por la pobreza se volvía derroche y los olores que habitualmente circulaban entre el patio y los cuartos se enriquecían con toda la gama de lo dulce, lo salado y lo picante. En la cocina, centro de la mayor actividad, se encendían las ocho hornillas del brasero. La mesa de pino dejaba de ser soporte de trastos y condimentos para volverse una pista nevada por la harina y el azúcar glass. Las mujeres se pasaban de mano en mano los viejos recetarios. Se trataba de comprobar que los guisos tuvieran ingredientes a

EL ARTE Y LA MUERTE

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En el arte hay muchas manifestaciones que se relacionan con el Día de Muertos.  En las artes visuales estas son algunos de ejemplos: Coatlicue Foto: Tatiana Shulikova/Wikipedia Alegoría de la muerte, Tomás Mondragón, 1856. Óleo sobre tela,Pinacoteca del Templo de la Profesa. La Ofrenda. Diego Rivera. Mural en la SEP. El difunto Dimas Rosas a los 3 años de edad. Frida Kahlo. Sueño de una tarde dominical en la Alameda.  Diego Rivera. Mural. Calavera Alacrán. Felipe Ehrenberg. Calavera matemática.  Felipe Ehrenberg. Calavera de listón. Felipe Ehrenberg. Tres calacas. Felipe Ehrenberg. La Ofrenda. Saturnino Herrán. 1913. Día de Muertos en Janitzio. Ramón Alva de la canal. 1979. Niña muerta. Jesús Reyes Ferreira. 1951. La Muerte embarazada, baila con el Diablo, Fiesta de los Muertos. Atzompa  Oax.  Arturo García Bustos. Óleo . Vinicio Coppel Madre tierra con flores de manitas. Rosa Chacón. Viva la vida . Rosa Chacón. La Catrin

Calaveras Literarias

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El origen de las calaveras literarias se encuentra en el artículo “Muertos y panteones” escrito por Guillermo Prieto en El Siglo XIX, del 28 de octubre de 1878. Desde su inicio las calaveras literarias tienen un carácter crítico hacia las personas públicas por lo que hacen o no hacen. En su crónica Guillermo Prieto nos dice: “Era muy frecuente que amantes desdeñados o matrimonios mal avenidos, cohechasen a monigotes y cantantes para que proclamaran en su responso el nombre del petimetre veleidoso o de la querida infiel y entonces, si el aludido o alguno de sus deudos era de brío y alentaba coraje, sacudía trancazos que era una gloria a los búhos, y aquellos gritos, y aquella zambra, y aquellas lágrimas calientes y genuinas, eran como quien dice, el complemento y la gloria del día”. Esos “responsos” se transformaron hasta ser un instrumento jocoso en el hablar del mexicano, se opina de política y de políticos, en relación con la gente pública. De las primeras calaveras, ten